viernes, 13 de agosto de 2010

Mutando...





Hoy soñé que estábamos en ese lugar al que nunca fuimos. Soñé que retrocedía en el tiempo y que no había cometido errores. Luego me perdía por un momento, me asustaba pero… te encontré y me abrazaste de nuevo. Como si me hubieras perdonado por algo malo que yo hice. Yo no tuve la culpa… pero te enojaste, y me perdonaste. Desperté con los ojos húmedos… tomé mi celular para poner mi canción favorita en estos momentos (aviéntame-Café tacvba)…mis ojos pasaron de estar húmedos a estar mojados. Me levanté, me arregle con una sonrisa en mi cara y apatía con mi familia. Enterré mis sentimientos en sonrisas y mi personalizada apatía matutina. Encendí la PC a mi vicio de recordar lo que me hiere… y continué con mis planes de desayunar con un viejo amigo. Hugo, perdón pon no haber tenido otro maldito tema de conversación, me apena pero tú entenderás jajaja. Regresé a mi estado depresivo deprimente (oír música mientras observo el techo y espero que alguien cercano se conecte para poder abrumarlo con mi melancolía cursi y rutinaria en una adolescente)… me quedé dormida en la tarde desvaneciendo la posibilidad de salir (era la única posibilidad ya que era un compromiso), mis clases de baile. Me despertó el zumbido de un mosquito que deambulaba por la cúbica y semivacía habitación. Fui al patio trasero, en el muro en el que siempre me siento. Me brinqué un momento hacia el templo de atrás de mi casa para recoger la carta que yo había hecho para recordarme que nunca me debía de rendir en esto. Donde estaba escrito “nos amaremos más que a nadie, estoy segura” en una tinta borrosa junto a un papelito con unos ojos inocentes dibujados. Hasta hoy pude notar lo inocentes e ingenuos que eran esos ojos (eran mis ojos dibujados…los hice mientras oía tu voz). Al abrir la carta me sorprendí de haber escrito eso… que rápido pasó todo. Tome aire, y continué leyendo esa carta hasta que las lágrimas se desvanecieron con la lluvia. Entré a casa y continué en mi deprimente depresiva rutina. Y aquí sigo, esperando que por alguna razón mi escepticismo se vaya a la mierda y puedas escuchar como grita mi mente lo mucho que aún te quiero sin necesidad de que tus ojos o tus oídos los capten.

No hay comentarios:

Publicar un comentario